domingo, 14 de febrero de 2010

Versos para un rebelde

(A Blas Infante)


Pretendéis que me calle y que coma mordaza,

que me guarde el secreto de las fincas medidas,
que me muerda la lengua y os salude en la plaza,
juegue en vuestro casino y bese a vuestras hijas.


Queréis que todo siga tapado como antes,
como si vuestras trampas no las supiera nadie.
Os tengo descubiertos los cuentos y las cuentas,
la doblez de los números con que mentís a Hacienda.


Me quisierais traidor, saludador y ciego.
Me quisierais sumiso, callándome jornales
con que tapáis miserias y les calláis las hambres.


Tú, a callar y vente al casino en la tarde;
Hablaremos de toros y de mujeres fáciles
y caldos de Jerez; tus actas notariales
levantarás al tiempo que brindis amigables.


Te volverás a casa con las briscas ganadas
y buenos puros dignos del Señor Blas Infante.
Tu verde será el fieltro de las bazas jugadas
y tu blanco la cal para tapar pintadas.


Una noche de plata, él a ella le dijo:
Tú no puedes con ellos tenderme igual trampa.
Tú me debes los besos que te dio mi esperanza,
yo te debo los besos que te había prometido
y tú a mi y yo a ti, nos debemos los hijos.


La ventana entornada,
las puertas bien abiertas,
en lo alto de la loma,
la lomita de Coria.


La niña vio su casa imposible y ajena,
violada por la Tierra, sus gentes y sus penas.
El hombre de su vida pagó todas las deudas.
La sangre jornalera corriéndole las venas.


Enrique Iniesta Coullaut-Valera






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